Por:
Redacción
13 de Nov, 2025
4:35 pm
La República Democrática del Congo está escribiendo una historia que parecía imposible hace apenas unos meses. El combinado dirigido por Sébastien Desabre ha dejado en el camino a una de las selecciones más poderosas del continente y una habitual en la Copa del Mundo, Camerún, para colocarse a solo una victoria de regresar a la máxima cita del futbol por primera vez en más de cincuenta años. El impacto deportivo —y emocional— del triunfo ha resonado en todo África Central.
Lo que consiguió RD Congo no es menor. Se midió a un rival con siete participaciones mundialistas, jugadores asentados en las grandes ligas y una tradición futbolística que durante décadas la colocó como referencia obligada en la élite. Pero el futbol, caprichoso e impredecible, volvió a inclinar la balanza hacia quienes se atrevieron a creer: un equipo que llegó a la eliminatoria sin la etiqueta de favorito pero con una convicción innegociable.
El encuentro estuvo cargado de tensión, alternancias y momentos que presagiaban cualquier desenlace menos el que finalmente ocurrió. Con nombres como Cédric Bakambu, Aaron Wan-Bissaka y Chancel Mbemba, la selección congoleña encontró la mezcla ideal entre experiencia, talento y resiliencia. La recompensa llegó en los instantes finales, como en las historias que más se recuerdan.
Aunque Camerún llegó con el peso de la historia y la presión de evitar otro fracaso, el trámite del partido mostró desde temprano que no habría superioridades claras. La primera mitad fue un intercambio constante de posesiones, aproximaciones y avisos que no consiguieron romper el marcador. Bongonda inquietó desde la banda para RD Congo, mientras Etta Eyong estuvo cerca de adelantar a los Leones Indomables, pero la falta de precisión mantuvo el empate.
Tras el descanso, el conjunto camerunés trató de imponer sus credenciales. Bryan Mbeumo tuvo en sus pies una ocasión que pudo cambiarlo todo, pero el remate salió desviado. Del otro lado, André Onana evitó que Bakambu abriera el marcador con una intervención salvadora. Camerún parecía tener más claridad, pero RD Congo mantenía el plan: resistir, morder y esperar el golpe justo.
Y ese golpe llegó cuando ya se respiraba el aroma inevitable de la prórroga. En un córner ejecutado por Kipenga, la zaga camerunesa perdió las marcas y Chancel Mbemba apareció completamente libre en el segundo palo. Su frentazo fue tan contundente como simbólico: un gol que derrumbó a Camerún y desató la locura congoleña.
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